La OIT alerta de la gran disparidad mundial en la recuperación del empleo

La OIT alerta de la gran disparidad mundial en la recuperación del empleo
Aunque el desempleo mundial está reduciéndose hasta los niveles anteriores a la pandemia, no ocurre igual en los países en vías de desarrollo, según un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Si bien se prevé que en 2023 el desempleo mundial disminuya a los niveles anteriores a la pandemia – hasta los 191 millones de personas, que corresponde a una tasa global de desempleo de 5,3% – las estimaciones muestran que los países de bajos ingresos siguen muy por detrás en el proceso de recuperación, según el Observatorio de la OIT sobre el mundo del trabajo – Undécima edición .

La OIT estima que los países de bajos ingresos en África y en la región árabe tienen pocas probabilidades no lograrán disminuir sus tasa de desempleo a los niveles pre pandemia. Según las estimaciones, África del Norte acabará con un índice de desempleo del 11,2% (10,9% en 2019); África Subsahariana, con el 6,3% (5,7 por ciento en 2019); Estados Árabes, con el 9,3% (8,7 por ciento en 2019).

Otras zonas del mundo, en cambio, presentan niveles de desempleo incluso por debajo de los registrados antes de la crisis pandémica: 6,7% en América Latina y el Caribe (8,0% en 2019), 6,3 en Europa del Norte, Meridional y Occidental (7,0% en 2019) y 7,8% en Asia Central y Occidental (9,2% en 2019).

Las diferencias por regiones todavía son más grandes si se contabilizan las personas, no solo que buscan activamente un empleo, sino también las que desearían trabajar de darse otras circunstancias, un nuevo indicador utilizado por la OIT para medir la “brecha de empleo”. Los países de bajos ingresos presentan la brecha de empleo más alta, el 21,5% mientras que los de altos ingresos se quedan en el 8,2%.

Inversión y reformas fiscales que alienten el empleo y la transformación

El estudio de la OIT achaca estas disparidades fundamentalmente a las dificultades financieras y fiscales de los Estados que ven reducido su margen de maniobra ante los conflictos, las catástrofes naturales y las crisis económicas.

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Los países en desarrollo agobiados por la deuda enfrentan una brecha de empleo mucho más alta, de hasta 25,7% en 2023, frente a 11% de los países en desarrollo con bajo riesgo de  sobreendeudamiento.

Además, el estudio aporta nuevas pruebas de que los sistemas de protección social sólidos contribuyen al beneficio económico, estimula el empleo y comparta ventajas sociales.

En los países de ingresos medios-bajos y de ingresos bajo  sólo el 38,6% y el por ciento y 23,2% cuenta con una pensión en la vejez, respectivamente, frente al 77,5% a nivel mundial.

El observatorio, de hecho, calcula que la introducción de una pensión de ancianidad en los países en desarrollo aumentaría su PIB per cápita un 14,8% en 10 años y reduciría la pobreza extrema en 6 puntos porcentuales. La financiación de las pensiones de vejez para los países en desarrollo, equivaldría a 1,6% de su PIB.

El análisis demuestra que el apoyo financiero mundial a la creación de empleo y la protección social contribuiría enormemente a la recuperación, reconstrucción y transformación económica a largo plazo, por lo que hace una apuesta clara por la creación de un espacio fiscal para las inversiones sociales en los países de bajos ingresos, dentro de la discusión actual sobre la reforma de la arquitectura financiera internacional.

“Invertir en las personas a través del empleo y la protección social contribuirá a reducir la brecha entre las naciones y las personas ricas y pobres”, según el director general de la OIT, Gilbert F. Houngbo.

 

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