La Semana Santa

La Semana Santa

En la Semana Santa se da, en nuestra sociedad, un movimiento popular muy fuerte, de muchos miles de personas y de todas las edades, siguiendo unas costumbres y tradiciones de muchos siglos. El ambiente es tan fuerte que nos sentimos arrastrados y embaucados por todo lo que se hace en la sociedad, de tal manera que nos resulta difícil tomar postura, desde la fe y desde el Evangelio, ante todo lo que ocurre.

Pero haciendo un esfuerzo, podemos distinguir como cuatro clases de Semana Santa y tratar de ver cómo nos tenemos que situar:

I. La Semana Santa cultural

La que forma parte de la cultura, las tradiciones y la historia de nuestro pueblo y de todo el occidente cristiano. Esta Semana Santa lo que pide y lo que realiza es unas actuaciones de carácter religioso: Desfiles de tronos con imágenes, en su día, hora, vestimenta y estilo propio.

Las cofradías son las que promueven, organizan, financian y preparan estos desfiles y estas manifestaciones religiosas. Las cofradías y todos los que participan en ellas, solo se plantean que las cosas salgan con elegancia, de la manera más atractiva posible, tratando de ser fieles a la tradición y a lo que se ha hecho siempre. Es posible que algunas personas vivan estos desfiles con fe, y que para ellos o ellas, sea una experiencia religiosa de cierto nivel y profundidad, pero eso depende de cada uno.

En teoría, se quiere recordar y hacer presente la pasión, pero donde se pone el acento no es en la vivencia de la fe y en la experiencia de unión con Jesús que muere y resucita, sino en que todo salga como siempre se ha hecho de la forma más bella y atractiva posible. Puede haber excepciones, pero las cofradías, normalmente se reúnen para organizar, preparar y responder a las necesidades económicas que llevan consigo los actos que ha de realizar el grupo que la forma. Es raro que una cofradía se plantee y realice sesiones de formación en la fe para de profundizar, desde el Evangelio y desde la doctrina de la Iglesia, en aquello que realiza en la Semana Santa…

Este parece ser, en el mejor de los casos, el funcionamiento de una cofradía de la Semana Santa. La Semana Santa cultural o popular, tiene unas repercusiones económicas muy grandes, atrae a muchos turistas, fomenta el consumo en muchos aspectos. Por eso no es solo un interés cultural y religioso, sino también económico y, en muchas ocasiones político, por ser aprovechada para obtener votos. Debido a todos los intereses, esta forma de celebrar la Semana Santa, es apoyada por varios sectores de la sociedad. Hemos de estar abiertos a todos y a todo, respetar y valorar las cosas positivas.

II. La Semana Santa de los oficios sagrados

A veces van unidas o tienen alguna relación la Semana Santa cultural con la celebración de los oficios, porque normalmente, las procesiones acaban casi todas, por no decir todas, en las parroquias. Y también los vía crucis, casi siempre, salen de las parroquias y acaban en las parroquias, aunque los viacrucis, son un poco diferentes de las procesiones.

Pero los oficios que se celebran en las parroquias, son muy diferentes de las procesiones y de otros desfiles que se celebran en la Semana Santa. Todos los días de la Semana Santa suelen ser valorados por la liturgia de la Iglesia, como días muy especiales, con contenidos muy próximos a lo que se celebra el Triduo Pascual.

El Domingo de Ramos es la entrada en la Semana Santa y en ese domingo ya se lee la Pasión del Señor de uno de los evangelios. Son de especial importancia el Jueves Santo, en el que se celebra la Cena del Señor y el Lavatorio de los Pies; el Viernes Santo, en el que se celebra la Muerte del Señor; y, sobre todo, la celebración más importante es la Vigilia Pascual, en la que se celebra la Resurrección del Señor, la renovación del bautismo de todos los miembros de la comunidad cristiana y la bendición del agua bautismal. Un elemento litúrgico de mucha importancia, es el Cirio Pascual, que representa a Jesús resucitado.

Tanto la comprensión y la celebración de Domingo de Ramos, como de todos los días de la Semana Santa, el Jueves Santo, el Viernes Santo y la Vigilia Pascual, requieren unas celebraciones muy preparadas, por todos los asistentes, y con una duración mayor que cualquier misa, u otra celebración.

Aunque la Cuaresma es el tiempo de preparación para la Semana Santa, la mayoría de los miembros de las parroquias, no viven la profundidad y el compromiso que requiere el prepararse para vivir a fondo la Semana Santa. Ni siquiera se tiene en cuenta, en la Cuaresma, lo del ayuno y abstinencia que se practicaba antiguamente. La Cuaresma es un tiempo más. Y, en la participación en los oficios, no se suele tener en cuenta la transformación de nuestra vida que han de realizar estas celebraciones.

Hablamos en general, hay personas que se lo toman muy en serio y que tratan de vivir los oficios con todo el alcance que pueden, pero el ambiente general es participar (los que participan, pocos en relación con todos los bautizados…) en unos actos tradicionales, muy importantes, con una solemnidad especial, pero, una vez acabada la Semana Santa, se olvidan y… hasta el año que viene.

No es fácil, en unos grupos de personas que no forman una comunidad, y que no tienen claras muchas cosas, en lo que toca a la vivencia de la fe, vivir la Semana Santa en todo su alcance. Es un reto y un trabajo pendiente que tiene la Iglesia, en cada parroquia y en cada una de nosotros. La Iglesia y todos sus miembros han de hacer un gran esfuerzo para vivir, en todo su alcance la Semana Santa y descubrir la relación que tiene con la vida real.

III. La Semana Santa real

La muerte y la resurrección de Jesús no es solo un hecho histórico que ocurrió hace más de dos mil años, sino que es un acontecimiento actual, está ocurriendo en nuestros días.

Nosotros creemos que en cada persona está presente Dios, que cada persona es un templo de Dios. Todos y todas llevamos a Dios en nuestro ser. Lo que le hacemos a una persona se lo hacemos a Dios. Y cuando nos maltratamos a nosotros mismos, por nuestros pecados y nuestras torpezas, en distintas circunstancias de la vida, estamos maltratando a Dios.

Recordamos lo que hemos hablado y escuchado tantas veces: Jesús está muriendo en los lugares donde están ocurriendo las guerras, el hambre y otras muchas injusticias que padece la humanidad. No solo se está destrozando la vida y la dignidad de las personas y del planeta, sino sobre todo la vida del mismo Dios. Este es el gran problema de la humanidad.

  • En la frontera de la República del Congo con Ruanda, han muerto a consecuencia de la violencia y las armas más de 18 millones de personas.
  • Debido a la violencia que existe actualmente en la humanidad, escuchamos continuamente que mueren muchos miles y hasta millones de personas, como murió Jesús.
  • Muchas personas mueren a consecuencia del hambre, en todo el mundo. Cada día mueren unas 25.000 personas, por falta de alimentos y agua para beber.
  • En el mundo mueren casi tres millones de personas, cada año, en accidentes laborales.
  • Todo esto sin hablar de los niños a los que se les impide nacer en los abortos provocados…

En la muerte natural de cada persona, se reproduce la muerte del mismo Jesús. Podríamos hablar de muchas otras muertes que, a partir de la fe, no son solo de muerte de personas, sino de muerte del mismo Dios. Jesús murió en la cruz para unirse a todos…

La contemplación de la muerte de las personas, como muerte del mismo Dios, no es algo corriente entre nosotros, nos cuesta mucho reconocerlo y creerlo. Solemos separar la muerte de Jesús, de la muerte de los humanos, pero nuestra fe nos dice que no es así, que Dios es la fuente de la vida y que Dios está en cada persona, hace posible su vida y comparte y sufre su muerte. No unimos la muerte de Jesús en la cruz, la celebración de su muerte en la Semana Santa y en la Eucaristía, a su misma muerte en tantos millones de personas en la humanidad y en la historia.

No vivimos nuestra fe de forma integral, en todo su alcance. En muchas ocasiones reducimos la vivencia de la fe, a los templos, a los espacios de oración y a los actos religiosos. Vivimos la pasión litúrgica, en el mejor de los casos, y olvidamos la pasión real.

También la Resurrección es un acontecimiento actual. La vida se va abriendo camino en la humanidad. Infinidad de personas, de todas las edades, renuevan su vida, cambian su forma de vivir y de situarse ante la vida, están resucitando.

Y también las personas que mueren resucitan, no se quedan en la muerte, sino que comienzan a vivir una vida Nueva, la vida de Dios.

Tanto la Semana Santa cultural, como la celebración de los oficios litúrgicos de Jueves, Viernes y Sábado Santo, nos ha de ayudar a vivir la Semana Santa real, no distraernos y alejarnos de la Semana Santa real. Nuestra fe tiene total relación con la vida y con lo que pasa en el mundo.

IV. La Semana Santa secularizada

Muchas personas, por no decir una mayoría de la sociedad en la que vivimos, vive la Semana Santa, como las vacaciones de primavera, como también vive la Navidad, como las vacaciones de invierno.

Es la semana de los viajes, el descanso de la rutina, de la salida del invierno, de pasar un tiempo en la playa, o en alguna vivienda del campo, o para hacer alguna cosa que no se ha podido hacer después de Navidad.

Hemos de darnos cuenta de que la Semana Santa, ya no significa nada para la mayoría de la gente. Es una tradición más, un elemento cultural más, que puede proporcionar el contemplar cosas espectaculares, como las procesiones y los desfiles que salen por las calles, pero sin significación religiosa, y menos de fe.

Nuestra sociedad ya no es cristiana, aunque tenga elementos culturales y religiosos que proceden del cristianismo, pero que en general afectan muy poco o nada, a la mayoría de las personas que forman la sociedad, en su forma de vivir y de pensar.

Hablamos en general, cada persona sabe lo que vive y en qué cree. Esta situación es un gran desafío para la Iglesia y para cada uno de nosotros, es algo que tenemos que revisar y ver en qué tenemos que cambiar.

Nos tenemos que plantear cómo evangelizar, tanto la Semana Santa cultural, la celebración de los oficios en el triduo sagrado y cómo aproximarnos a vivir la Semana Santa real, no desde esta u otra ideología, sino desde la fe y desde el evangelio de Jesús…

Hemos de ver cómo hemos de vivir la Semana Santa para compartir los sufrimientos de Jesús que está sufriendo su pasión y muriendo, en las personas que sufren y mueren hoy en el mundo. Y también en nosotros cuando sufrimos y morimos.

Para reflexionar, orar y compartir

1) ¿Qué clase de Semana Santa vivo yo…?
2) ¿Qué Semana Santa vive mi familia…?
3) ¿Qué puedo hacer para vivir la Semana Santa Real…?

 

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