Economía de Francisco y Clara, en defensa de la vida

Economía de Francisco y Clara, en defensa de la vida
La polarización social extrema del capitalismo neoliberal se diferencia de la precedente en que ya no se trata de explotar al tercer mundo para mejorar la renta de las clases trabajadoras de los países centrales, sino de una nueva alianza de las clases dominantes para reducir la participación de las mayorías trabajadoras en los propios centros desarrollados del capitalismo mundial.

Entre 1999 y 2002 irrumpe en la escena mundial China, un actor que rápidamente se sitúa en el centro de la economía y la política mundial, aunque aún no logra el mismo estatus en los aspectos ideológicos y culturales, dominados por el pensamiento neoliberal de origen anglosajón.

Con el desarrollo económico y político chino se produce por primera vez una reducción drástica de la pobreza extrema en el mundo: con datos del Banco Mundial, si en 1999 había 3.200 millones de personas viviendo con menos de 3,65 dólares al día (en paridad de poder adquisitivo de 2017), en 2019 la cifra se había reducido hasta 1.900 millones.

Pero de los 1.300 millones de personas que salen de la extrema pobreza, 900 millones son chinos. En 2019 había todavía en el mundo 700 millones de personas viviendo con menos de 2,15 dólares al día, mientras que en China no queda prácticamente nadie en ese nivel de pobreza, que afectaba en 1999 a cerca de 600 millones.

Tenemos, por tanto, un escenario en el cual la concentración de la riqueza en manos de una minoría no deja de crecer (según Oxfam, entre 2009 y 2018, el número de multimillonarios necesarios para igualar la riqueza del 50% más pobre del mundo se redujo de 380 a 26; los 10 multimillonarios más ricos del mundo, según Forbes, poseen la asombrosa cifra de 1.448.000 millones de dólares en riqueza combinada, una suma superior al total de bienes y servicios que la mayoría de las naciones producen anualmente, según el Banco Mundial.

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Hoy en día es técnicamente más fácil repartir más equitativamente la riqueza, porque hay mucha más que hace unas pocas décadas: si en 1990 la renta por habitante en el mundo era de 9.718 dólares, en 2022 es de 17.523 en dólares de paridad de poder adquisitivo constante de 2017. Y, sin embargo, entre 2009 y 2012, entre la Gran Recesión, la señal más brutal de que el modelo de producción, distribución y consumo neoliberal no da para más, y la decisión de seguir como si nada hubiera pasado, estamos abocados a un estancamiento de largo plazo con deterioro medioambiental imparable.

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