La heroicidad del trabajo

La heroicidad del trabajo
La OMS dictaminó el 11 de marzo que la situación ocasionada por la COVID-19 era una pandemia internacional, una crisis sanitaria sin precedentes con un elevado número de afectados.

Entre estos afectados se habla de trabajadores sobrecargados y saturados, el primer ejemplo que nos viene a la mente son los sanitarios y no erramos al pensar en ellos, pero a menudo olvidamos que hay otros profesionales trabajando durante el confinamiento, como los transportistas, repartidores o trabajadores que atiende a un público.

Estos transportistas que quieren entregar su carga a tiempo porque saben que gracias a su esfuerzo podemos abastecer nuestras despensas. No se puede permitir que estos profesionales tengan una dieta pobre por el cierre de restaurantes en sus zonas de recreo, que el exceso de trabajo conlleve falta de descanso o que ante esta crisis sanitaria no puedan tener lugares donde asearse.

Al hablar de transporte, debemos recordar también a los repartidores, ya sea para entregar paquetes o comida, recorren nuestras calles totalmente expuestos para entregar lo que, a veces, no es más que un capricho. Van de casa en casa, se exponen a tratar con muchas personas y no cuentan con los equipos de protección suficientes para hacer que su trabajo sea seguro.

Los trabajadores en tiendas de alimentación, supermercados o farmacias, reciben cada día a sus clientes con una sonrisa, reponen estanterías y ellos mismos ponen normas para protegerse y proteger a los demás del contagio. Es oportuno ser conscientes del riesgo que corren al enfrentar diariamente a tantas personas diferentes, aún con todos los equipos y medidas de protección que se les pueda proporcionar.

Las empleadas del hogar son también un sector a tener en cuenta. Inmigrantes irregulares en su mayoría, sin derechos, sin contrato y con salarios escasos, muchas han sido despedidas. Otras, sobre todo aquellas encargadas de cuidar a personas mayores, han tenido la opción de seguir trabajando, permaneciendo en la casa sin poder salir por el miedo al contagio y por miedo a no poder sobrevivir sin ese sueldo. Así encontramos personas que deben cuidar de un hogar que no es el suyo, lejos de sus familias y con la misma incertidumbre de todos por el futuro.

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En condiciones normarles, y según los datos recopilados por la Feel good in Companies, expertos en salud laboral, el 78% de los trabajadores sufre altos niveles de estrés por la sobrecarga de trabajo. Los principales problemas de sufrir estrés laboral a largo plazo son, entre otros, dificultades para dormir, dolores de cabeza o espalda, desórdenes digestivos, agotamiento, depresión o trastornos cardiovasculares.

Son oficios como estos lo que el Gobierno ha considerado trabajos esenciales y, como tales, están obligados a continuar la relación laboral con su empresa, ya sean asalariados o autónomos, de ellos depende nuestra subsistencia, siguen haciendo su trabajo y exponiéndose a los contagios para que tengamos cubiertas unas necesidades básicas.

Lo único que ahora, desde casa, podemos hacer es cuidarlos cuidándonos a nosotros mismos y estarles siempre agradecidos, pues los aplausos desde nuestros balcones también son para ellos. Después llegará el momento de que el reconocimiento se traduzca en hechos.

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