Narrar la experiencia obrera

Narrar la experiencia obrera

Tiempos Convulsos
España 1959-1980. Apostaron por el amor, la paz y la dignidad
Ana Mª Castillo Moreno
Ediciones HOAC, 2020.
501 páginas.

En los «Agradecimientos», afirma la autora de Tiempos convulsos, Ana María Castillo, que la idea primera era la de hacer de la obra una «crónica novelada» de la España que va de 1959 a 1980. Y lo es, pero no solo. Y añade la citada escritora que el amplio trabajo testimonial que fue acumulando le hizo modificar ese propósito inicial de hilar acontecimientos históricos en torno a unos personajes y a un argumento, y empeñarse más en crear una historia que se desarrollase en esos años, y que fuesen los propios protagonistas –sus acciones, sus palabras– los que fuesen desvelando, mostrando antes que juzgando, la complejidad de esos tiempos. Porque «la vida es tan plural» que detrás de cada historia «habría tanto que contar, tanto que intentar comprender» (p. 491).

Y eso es lo que la autora de esta novela hace: sumergir al lector en las historias de unos personajes y, a través de estas, adentrarlo en su comprensión, no exenta de dificultad, antes que en su explicación o justificación. Es la razón primera y última de la literatura.

Este propósito artístico explica la forma de la novela, que con habilidad combina un discurso del narrador, nunca excesivo ni en el decir ni en el describir, y unos diálogos fluidos, ágiles. Estos rasgos, junto a la preferencia por narrar en presente, convierten el relato de la novela en un relato hecho desde la experiencia, desde la vivencia de sus personajes, no desde las ideas.

La materia de la que se nutre Tiempos convulsos es otro de sus valores: el mundo obrero y sus luchas, y la presencia en él del activismo militante cristiano desplegado en ese tiempo por curas obreros –don Jesús, don Ricardo y Jacinto– y realidades organizativas como la JOC, la JEC y la HOAC.

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Los lugares en los que transcurre la novela –Aranantxo y Visasebao– la circunscriben al País Vasco, aunque lo que sucede en el conjunto de España está presente, especialmente Extremadura. Este planteamiento permite a Ana María Castillo enhebrar una delicada complicidad entre conflicto obrero –incluido en él la pobreza y la emigración–, que tan bien representan el matrimonio de Antonia Barragán y Vicente Urrutikoetxea, y conflicto político –comprendidos independentismo, terrorismo, exilio y destierro–, compendiado en el de Juan Aldekoa y Mari.

Complicidad tan característica en esos años «tan convulsos», de ahí las continuas interferencias entre ambos conflictos y el compromiso activo, no exento de contradicciones, que en medio de ambos desplegó la Iglesia del momento: desde el Concilio Vaticano II a los curas obreros, la JOC, la HOAC.

Los conflictos referidos, del obrero al político, jalonan una tupida red de historias personales y familiares que se entrelazan sin cesar, y ponen a prueba la prioridad de la persona, la radicalidad de su verdad y la dificultad de su comprensión.

Sin duda, Tiempos convulsos, obra editada por Ediciones HOAC, es una novela peculiar por los mimbres de los que se vale –el mundo obrero y la militancia cristiana–, y por eso mismo un testimonio muy necesario en nuestra cultura. Su lectura entretiene, y, como quería su autora, da qué pensar.

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