Trabajadoras y trabajadores con empleo informal necesitan trabajar para sobrevivir

Trabajadoras y trabajadores con empleo informal necesitan trabajar para sobrevivir
Los efectos devastadores, durante el confinamiento, en las trabajadoras y los trabajadoras humildes y descartados de la economía informal afectan a la pérdida de empleo, de ingresos diarios, y a las deudas contraídas para sobrevivir a la pandemia de la COVID-19, según señala la organización internacional WIEGO (Mujeres en Empleo Informal: Globalizando y Organizando, por sus siglas en inglés) en su último informe. Reclaman «respuesta sin precedentes por parte de los gobiernos para que la gente vuelva a trabajar».

El alcance de la crisis a la que se enfrentan las trabajadoras y trabajadores en empleo informal en todo el mundo, en sectores como la venta ambulante, el trabajo del hogar, el reciclaje o el trabajo a domicilio, se refleja en el último estudio La crisis de la COVID-19 y la economía informal, realizado por esta de esta organización internacional, basado en 2200 entrevistas en 12 ciudades alrededor del mundo. Los primeros resultados, muestran a este colectivo de trabajadores y trabajadoras humildes y excluidos con un “largo camino hacia la recuperación, a menos que los gobiernos actúen”. Las medidas restrictivas de la primera ola de la pandemia, “arrasó con los ingresos de estas personas trabajadoras y el escaso o nulo apoyo que recibieron por parte de los gobiernos. Muchas de ellas no tuvieron otra opción más que contraer préstamos en condiciones abusivas”. “Nuestros datos reflejan un panorama mundial desolador, donde las trabajadoras y trabajadores declaran haberse quedado sin trabajo ni ingreso alguno en pleno apogeo del confinamiento en sus ciudades”, subraya Sally Roever, coordinadora internacional de WIEGO.

Se trata de sobrevivir

Conviene recordar que el más del 60% de la población ocupada del mundo trabaja en la economía informal. Son la mayoría de los trabajadores y las trabajadoras que dependen de lo que ganan día a día para llevar el pan a casa. Las redes de solidaridad, los sistemas de protección al desempleo…, que amortigüen este impacto son inexistentes en la mayoría de los países, de ahí que la “interrupción de sus ingresos tuvo serias consecuencias para ellas y sus hogares; en su salud física y psicológica, que en los casos más extremos se manifestó en hambrunas”, según Michael Rogan, director del programa de políticas urbanas de WIEGO. Para superar la situación y sobrevivir, los trabajadores y las trabajadoras utilizaron sus pequeños ahorros, solicitaron dinero prestado –en condiciones abusivas, en la mayoría de los casos– o empeñaron objetos, medidas que “significa menos dinero para reabastecerse cuando sea la hora de volver a trabajar”, profundizando y complicando su recuperación. Para Roever, “el camino a la recuperación en estos tiempos sin precedentes debe ir de la mano de una respuesta sin precedentes por parte de los gobiernos para que la gente vuelva a trabajar”.

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“Es preciso abordar la pobreza creando empleo. El trabajo no solo da ingresos sino también dignidad, sentido de comunidad y de propósito. La magnitud de esta crisis exige que los gobiernos redoblen sus esfuerzos, piensen creativamente y comiencen la recuperación con las trabajadoras y trabajadores en empleo informal”, destaca la coordinadora de WIEGO.

 

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