La Iglesia se pone a la escucha también de “los que están en los márgenes de la sociedad y de la Iglesia”

La Iglesia se pone a la escucha también de “los que están en los márgenes de la sociedad y de la Iglesia”
En rueda de prensa la secretaría general del próximo sínodo “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión” ha presentado el texto base y el Vademécum de este proceso que se abrirá los días 9 y 10 de octubre en Roma y el 17 de octubre en las Iglesias particulares antes de concluir en el Vaticano en 2023.

El secretario general del Sínodo, el obispo maltés, Mario Grech, ha destacado en su intervención que un sínodo no se puede reducir a la “dimensión ritual”, sino que sobre todo tiene una “dimensión espiritual”, que no se comprende “sin la acción del Espíritu Santo que cuida a la Iglesia en su camino por la historia”.

En ese sentido, ha dejado claro que “sin el Espíritu Santo, la escucha y participación del Pueblo de Dios sería un sondeo de opinión” por lo que ha defendido que se trata de abrir un “camino de discipulado, de acercamiento al Señor en la lógica del Evangelio”, siguiendo el ejemplo de la Iglesia primitiva.

Para ello, es necesario entender el sentido de “la comunión que animan la participación y la misión de la Iglesia, desde el principio de sinodalidad y la conversión pastoral”, tal y como impulsó el Concilio Vaticano II. “La sinodalidad es el fruto maduro de la recepción del Concilio”, ha reiterado.

Igualmente, ha remarcado que “el camino sinodal comienza con la consulta al Pueblo de Dios, en las Iglesias particulares de la una y única Iglesia católica, aunque requiere del discernimiento de las conferencias nacionales y continentales, si bien no es un parlamento, ni un juego entre partes que miden sus fuerzas”.

Escucha verdadera, amplia y práctica

En el mismo sentido se ha pronunciado el español Luis Marín de San Martín, subsecretario del sínodo, que ha explicado que el sínodo muestra la vitalidad, dinamismo y renovación de la Iglesia inclusiva, participativa y orientada a la evangelización. De hecho, ha insistido en que la fase diocesana, que arranca el 17 de octubre en cada diócesis y concluirá en las conferencias episcopales en abril del  2022, a la que seguirá luego la fase continental, es ya “el sínodo propiamente dicho, no una preparación”

En su opinión, para que el sínodo arroje los resultados esperados, hace falta que la consulta al Pueblo de Dios sea “verdadera”, “amplia”, y “práctica”, por lo que considera que este proceso afecta “al estilo de vida, la corresponsabilidad y las estructuras de participación de la Iglesia”. En concreto, ha explicado, en esta primera fase, “el responsable del sínodo es cada obispo en su diócesis, que debe facilitar un programa, un calendario, acompañar y dinamizar el proceso, y cuidar la dimensión orante de la escucha, pero no en soledad, no en el sentido monárquico episcopal, sino en equipo”.

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Para lo cual, la secretaría sugiere la formación de un equipo que refleje la variedad de la Iglesia y la celebración de una asamblea sinodal en cada diócesis, para que no sea un pequeño grupo el que haga la síntesis, sino “un ejercicio de discernimiento común y escucha entre todos y todos del Espíritu”. También ha ofrecido el documento y el Vademécum, como “ayudas que no condicionan, como posibilidad abierta, que deben ser interpretados y llevados a lo concreto de la situación diocesana”.

Logotipo del sínodo

Además, ha comentado que este proceso sinodal tiene dos importantes perspectivas, una, hacia el interior de la Iglesia, que reflexiona sobre sí misma y otra, hacia fuera, “ecuménica, interreligiosa y en diálogo con la sociedad, en coherencia con una Iglesia abierta y vida”. Ha recordado, igualmente, que el sínodo promueve el encuentro con otras confesiones, pero también el diálogo social con los agentes presentes en la sociedad, por lo que ha animado a “escuchar a todos los que quieran contribuir al bien común, no solo a las élites sean clericales o no; también a los que están en los márgenes de la sociedad y de la Iglesia”.

Ha insistido en que el sínodo no se rige por “el principio de la mayoría, de la imposición y la confrontación, sino que es una experiencia de Cristo, de ponerse a la escucha y responder a la misión. Ha concluido su intervención apelando a cuatro palabras que animen al Pueblo de Dios en esta tarea: “coherencia, entusiasmo, creatividad y valentía” y subrayando que se trata de poner en práctica el principio de la “unidad pluriforme, sin uniformismos, como enriquecimiento, como camino abierto que no se impone”, de modo que “la riqueza, sin imposición de parte ni mentalidad, se pone al servicio de la Iglesia universal”

Documentos de trabajo

El documento preparatorio pretende ser sobre todo una herramienta para animar la primera fase de escucha y consulta del Pueblo de Dios en las Iglesias particulares, que comenzará en octubre de 2021 y terminará en abril de 2022: “Una especie de obra o experiencia piloto”. Mientras que el Vademécum se concibe como “un manual” que ofrece “apoyo práctico” a los referentes diocesanos para preparar y reunir al Pueblo de Dios. Incluye fuentes litúrgicas y bíblicas y oraciones online, así como ejemplos de ejercicios sinodales recientes y un glosario de términos del proceso sinodal. “No es un libro de reglas”, se especifica, sino “una guía para apoyar los esfuerzos de cada Iglesia local”, teniendo en cuenta culturas y contextos, recursos y limitaciones.

 

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