Construyendo un nuevo futuro de trabajo decente

Construyendo un nuevo futuro de trabajo decente
La conciencia de que todas las personas somos parte de una única familia universal sostiene el Fondo de Solidaridad Internacional (FSI) de la HOAC, un medio modesto a través del cual se expresa la dimensión global de la conciencia obrera cristiana.

La crisis ecosocial, que se manifiesta de muy diversas maneras pero siempre con mayor virulencia en los países del sur y en las periferias, nos sigue interpelando. Muchos de los avances de los últimos años se han ido al traste a raíz de la pandemia de la COVID-19, mientras que las fracturas abiertas en muchas sociedades se han agravado.

«Millones de personas no pueden cubrir sus necesidades o las de sus familias, ahorrar para la jubilación o gozar de protección en caso de enfermedad», nos recuerda la OIT en su informe sobre Las desigualdades y el mundo del trabajo. Dicho con palabras del papa Francisco: «grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida».

La cultura del descarte actúa como un disolvente silencioso, pero extremadamente doloroso que amenaza la dignidad inviolable de las personas, la conservación del medio ambiente, la cohesión social y hasta la estabilidad política de las sociedades.

El papa Francisco viene insistiendo en que hemos de buscar «soluciones que nos ayuden a construir un nuevo futuro del trabajo fundado en condiciones laborales decentes y dignas, que provenga de una negociación colectiva y que promueva el bien común, una base que hará del trabajo un componente esencial de nuestro cuidado de la sociedad y de la creación. En ese sentido, el trabajo es verdadera y esencialmente humano».

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