El cambio climático es ya una amenaza para la humanidad y la salud del planeta

El cambio climático es ya una amenaza para la humanidad y la salud del planeta
Afectados por el huracán Matthew en Haití. Foto | Logan Abassi/MINUSTAH. Unsplash/Mikhail Serdyukov
“Solo la adopción de medidas inmediatas puede asegurar nuestro futuro”, alerta la comunidad científica. España será uno de los países más afectados por el calor extremo

El cambio climático causado por el ser humano está provocando una disrupción peligrosa y generalizada en la naturaleza y está afectando la vida de miles de millones de personas en todo el mundo, a pesar de los esfuerzos desplegados –a todas luces insuficientes– para reducir los riesgos. Las personas y los ecosistemas que tienen la menor capacidad de respuesta son los más afectados, afirmaron los científicos en el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), publicado este lunes y aprobado por sus 195 Estados Miembros.

“Este informe entraña una seria advertencia sobre las consecuencias de la inacción”, manifestó Hoesung Lee, presidente del IPCC. “En el informe se demuestra que el cambio climático constituye una amenaza cada vez más grave para nuestro bienestar y la salud del planeta. Las medidas que se adopten en el presente determinarán la forma en que las personas se adaptarán y cómo la naturaleza responderá a los crecientes riesgos climáticos”.

En las próximas dos décadas, el planeta afrontará diversos peligros climáticos inevitables con un calentamiento global de 1,5 °C (2,7 °F). Incluso si se supera temporalmente este nivel de calentamiento, se generarán impactos graves adicionales, algunos de los cuales serán irreversibles. Se incrementarán los riesgos para la sociedad, en particular para la infraestructura y los asentamientos costeros de baja altitud.

Es necesario adoptar con urgencia medidas para hacer frente a los crecientes riesgos

El aumento de olas de calor, sequías e inundaciones ya ha superado los umbrales de tolerancia de las plantas y los animales, y ha provocado la mortalidad en masa de diversas especies, como árboles y corales. Estos fenómenos meteorológicos extremos se producen de manera simultánea, lo cual genera impactos en cascada que resulta cada vez más difícil controlarlos. Debido a estos fenómenos, millones de personas han quedado expuestas a una situación de inseguridad alimentaria e hídrica aguda, especialmente en África, Asia, América Central y del Sur, así como en islas pequeñas y el Ártico.

A fin de evitar una mayor pérdida de vidas, biodiversidad e infraestructura, es preciso tomar urgentemente medidas ambiciosas de adaptación al cambio climático y, a la vez, lograr reducciones rápidas y pronunciadas de las emisiones de gases de efecto invernadero. De acuerdo con el nuevo informe, los avances en materia de adaptación son dispares, y las brechas entre las medidas adoptadas y lo que se necesita para hacer frente a los riesgos crecientes son cada vez más profundas. Estas brechas son mayores entre las poblaciones de menores ingresos.

“Se hace hincapié en la necesidad urgente de adoptar medidas inmediatas y más ambiciosas para hacer frente a los riesgos climáticos. Ya no es posible continuar con medias tintas”, explicó Hoesung Lee.

Proteger y fortalecer la naturaleza es esencial para asegurar un futuro digno

Existen varias opciones para adaptarse a un clima cambiante. En este informe se brindan nuevas ideas sobre las posibilidades que la naturaleza ofrece para reducir los riesgos climáticos y, al mismo tiempo, mejorar la vida de las personas.

“Los ecosistemas sanos son más resilientes al cambio climático y prestan servicios indispensables para la vida, como el suministro de alimentos y agua limpia”, aseveró Hans-Otto Pörtner, copresidente del Grupo de Trabajo II del IPCC. “Al restaurar los ecosistemas degradados y conservar, con eficacia y equidad, entre el 30% y el 50% de los hábitats terrestres, marinos y de agua dulce, la sociedad puede beneficiarse de la capacidad de la naturaleza para absorber y almacenar carbono, y podemos acelerar los avances en la consecución del desarrollo sostenible, pero es fundamental contar con el apoyo financiero y político adecuado”.

Los científicos señalan que el cambio climático interactúa con distintas tendencias mundiales, como el consumo no sostenible de los recursos naturales, la creciente urbanización, las desigualdades sociales, las pérdidas y daños provocados por los fenómenos extremos y la pandemia, lo cual pone en peligro el desarrollo futuro.

“Nuestra evaluación indica claramente que, a fin de dar respuesta a estos diferentes desafíos, es necesario que todos –los gobiernos, el sector privado y la sociedad civil– colaboren para priorizar la reducción de riesgos, así como la igualdad y la justicia en la adopción de decisiones y las inversiones”, afirmó Debra Roberts, copresidenta del Grupo de Trabajo II del IPCC. “De este modo, se pueden conciliar diferentes intereses, valores y formas de ver el mundo. Al aunar los conocimientos científicos y tecnológicos especializados y los conocimientos indígenas y locales, las soluciones serán más eficaces. Si no logramos un desarrollo sostenible y resiliente al clima, tendremos un futuro para las personas y la naturaleza que dista mucho de ser óptimo”.

Las ciudades: puntos críticos de impactos y riesgos, pero también una parte esencial de la solución

En este informe se brinda una evaluación detallada de los impactos y los riesgos del cambio climático, así como la adaptación a este, en las ciudades, donde vive más de la mitad de la población mundial. La salud, la vida y los medios de subsistencia de las personas, al igual que los bienes y las infraestructuras esenciales, incluidos los sistemas de energía y de transporte, se ven cada vez más perjudicados por los peligros derivados de las olas de calor, las tormentas, las sequías y las inundaciones, así como de los cambios de evolución lenta, por ejemplo, el aumento del nivel del mar.

“La creciente urbanización y el cambio climático, en conjunto, crean riesgos complejos, especialmente en aquellas ciudades que ya tienen un crecimiento urbano mal planificado, altos niveles de pobreza y desempleo, y una falta de servicios básicos”, agregó Debra Roberts. “No obstante, las ciudades también brindan oportunidades para la acción climática: los edificios verdes, el suministro fiable de agua limpia y energías renovables, así como los sistemas de transporte sostenibles que conectan las zonas urbanas y rurales pueden contribuir a una sociedad más inclusiva y justa”.

Hay cada vez más evidencias de medidas de adaptación que han causado consecuencias imprevistas, por ejemplo, se ha destruido la naturaleza, se ha puesto en peligro la vida de las personas o se han incrementado las emisiones de gases de efecto invernadero. Todo ello puede evitarse si todas las partes interesadas intervienen en la planificación, se presta la debida atención a la igualdad y la justicia, y se aprovechan los conocimientos indígenas y locales.

Foto | Malcolm Lightbody, vía Unsplash

Un margen de acción cada vez más reducido

El cambio climático es un desafío mundial que requiere de soluciones locales; por este motivo, la contribución del Grupo de Trabajo II al Sexto Informe de Evaluación del IPCC proporciona información regional exhaustiva que facilita el desarrollo resiliente al clima.

En el informe se indica claramente que el desarrollo resiliente al clima ya representa un desafío con los niveles actuales de calentamiento. Dicho desarrollo será más limitado si el calentamiento global supera los 1,5 °C (2,7 °F). En algunas regiones, este desarrollo será imposible si el calentamiento global aumenta más de 2 °C (3,6 °F). Esta conclusión clave pone de relieve la urgencia de aplicar la acción climática, con especial énfasis en la igualdad y la justicia. La financiación adecuada, la transferencia de tecnologías, el compromiso político y las asociaciones incrementan la eficacia de la adaptación al cambio climático y la reducción de las emisiones.

“La evidencia científica es inequívoca: el cambio climático constituye una amenaza para el bienestar de la humanidad y la salud del planeta. Si se sigue retrasando la puesta en marcha de una acción concertada a nivel mundial, se agotará el plazo breve y en rápida disminución del que disponemos para asegurar un futuro digno”, concluyó Hans-Otto Pörtner.

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El resultado final es que el impacto del cambio climático sobre el planeta no tiene duda. Vivimos ya en un planeta distinto del que conocimos los que peinamos canas. Pero hay más, el IPCC avisa: “Cualquier nuevo retraso en la acción concertada mundial hará que se pierda la breve ventana que aún existe, pero que se cierra rápidamente para asegurar un futuro habitable”. En otras palabras, hay tiempo para actuar y evitar impactos mayores, pero este es corto, muy corto, por lo que hay que incrementar la ambición para detener el calentamiento y hacer que las emisiones de los gases de efecto invernadero empiecen a descender ya, no a disminuir su tasa de aumento, sino a disminuir a secas. Basta ya de hacerse trampas al solitario. Que vivamos en un mundo distinto del que algunos vimos al nacer porque nosotros lo hemos cambiado es algo que requiere toda nuestra atención.

En España, calor extremo

España será uno de los países más afectados por el calor extremo a consecuencia del cambio climático y buena parte de su costa está bañada por el Mediterráneo, que se calienta más rápidamente que la mayoría de zonas del mundo. En concreto, respecto al Mediterráneo, el informe señala que ya ha aumentado su temperatura en 1,5 grados centígrados frente a la media mundial que se sitúa en el 1,1 ºC. Además, los científicos han llegado al consenso de que en el toda la región mediterránea la sequía supondrá un riesgo “muy relevante” y las predicciones apuntan a un incremento “considerable” de las sequías”.

Uno de los investigadores que ha participado en la elaboración de este informe, Jofre Carnicer, profesor de la Facultad de Biología e investigador del CREAF, ha señalado que por cada grado que aumente la temperatura las lluvias se reducirán un 4%, por lo que el informe de la ONU predice unas reducciones de entre un 5% a un 20%, en función de la capacidad para reducir emisiones. El científico observa diferencias entre la orilla norte del Mediterráneo y la orilla sur, que sufre una mayor vulnerabilidad y un mayor riesgo de incremento del nivel del mar. Por ejemplo, ha citado a Egipto, con 103 millones de habitantes de los que solo en el Delta del Nilo, se espera que más de 6,3 millones de personas puedan verse seriamente afectadas si el nivel del mar sube por encima de los 80 centímetros, un escenario que se contempla con las tendencias de emisiones de gases de efecto invernadero actuales.

El informe destaca además que el calor extremo amenazará a la población y la biodiversidad española y será uno de los países más afectados por el calor extremo si las emisiones siguen siendo tan elevadas. De hecho, aunque las olas de calor inusuales ahora solo se producen una vez cada 50 años, según el IPCC se producirán “todos los años” y a mediados de siglo el número de fallecidos por olas de calor pasará de 1500 a 8000 si sigue este nivel de emisiones de CO2. Por ello, el informe añade que el calor será, precisamente un nuevo coste para España porque se necesitará más energía para climatizar los edificios que pueden ser del doble en 2035 y multiplicarse casi por 3,5 en 2065 si no se reducen las emisiones.

Sequias, incendios y menos agua

Por otro lado, todas estas condiciones más cálidas y secas elevará el riesgo de incendios forestales. Así, prevé que la superficie quemada en el Mediterráneo crecerá un 87% si las emisiones se reducen un poco más rápido de lo previsto actualmente, pero hasta un 187% si la reducción de las emisiones es un poco más lenta de lo previsto en la actualidad, en comparación con un escenario de reducción mucho más rápido.

El calor extremo será también una “gran amenaza” para la biodiversidad en España, ya que las plantas y animales son muy susceptibles a las olas de calor marinas, porque no pueden desplazarse hacia el norte en busca de aguas más frescas y advierte de que si las emisiones globales no se reducen rápidamente, las praderas marinas de posidonia en el Mediterráneo se extinguirán en 2050 debido a olas de calor marinas más frecuentes e intensas.

La agricultura española tendrá pérdidas de cosechas por la sequía y el calor extremo que se han triplicado en los últimos 50 años y se espera que aumenten con el calentamiento continuado. La mayor parte de estas pérdidas se da en el sur de Europa y advierte de que España será “especialmente vulnerable a esto”. El rendimiento del maíz podría bajar hasta un 80 por ciento en España y en los países vecinos. En teoría, el riego puede limitar las pérdidas un 11 por ciento, pero eso dependería de si hay suficiente agua disponible o no. Las zonas agrícolas adecuadas se desplazarán al norte en un escenario de calentamiento continuado y la tierra disponible para la agricultura se reducirá en España, donde además aumentará el riesgo de plagas de escarabajos de madera en el norte de España.

En la actualidad, los expertos del IPCC estiman que la sequía le cuesta a España 1500 millones de euros y hasta el 80 por ciento de las tierras de la región mediterránea padecerá un aumento de la frecuencia de sequías si no se reducen las emisiones; habrá múltiples pérdidas económicas debidas a la disminución de rendimientos agrícolas, interrupciones en el transporte y producción de electricidad, y reducción del suministro público de agua. Además se prevé que los daños por la sequía en España se incrementarán un 250% si las emisiones siguen aumentando.

Asimismo, observa que el agua será cada vez más escasa y que el 54 por ciento de la población estará expuesta a estrés hídrico si las emisiones se reducen solo un poco más rápido de lo previsto actualmente, cifra que podría limitarse al 18% con una rápida reducción de las emisiones. Igualmente, el IPCC argumenta que España será uno de los países más afectados de Europa, con 7 millones de personas, viviendo en zonas con escasez de agua si las emisiones se reducen solo un poco más rápido de lo previsto actualmente. Aún va más allá y alerta de que el aumento de la demanda de agua, combinado con condiciones más secas, podría agotar las reservas de agua subterránea en la región mediterránea.

Esto conlleva una limitación en la posibilidad de usar el regadío para la agricultura, lo que puede conllevar más pérdidas e incluso que muchos agricultores tengan que abandonar sus tierras y provocar, al mismo tiempo, pérdidas en otros sectores como el transporte marítimo, la generación de energía hidroeléctrica entre otros. Otro de los efectos combinados del cambio climático en España es el daño económico. España, según el IPCC puede ver disminuido su PIB per cápita en un 46 por ciento a final de siglo por las altas temperaturas, pues el cambio climático afectará a las cadenas de suministro internacional, a los mercados, a las finanzas y al comercio y reducir al disponibilidad de bienes que serán más caros.

 

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