El sínodo abre una senda por recorrer*

El sínodo abre una senda por recorrer*
«El mundo en el que vivimos, y que estamos llamados a amar y servir también en sus contradicciones, exige de la Iglesia el fortalecimiento de las sinergias en todos los ámbitos de su misión. Precisamente el camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio» (1).

Desde que arrancó el actual proceso sinodal estamos descubriendo la diversidad de «tonalidades» de estas palabras del papa Francisco.

Lo primero que sugieren es que la sinodalidad no es un camino a corto plazo. Un evento tiene mucho de espectáculo, propaganda o fuegos artificiales, mientras que ahora estamos involucrados en un proceso largo y exigente. Adquirir un «estilo» de ser de la Iglesia es una verdadera carrera de fondo. Para llevarlo a cabo, se necesita confianza, coraje, creatividad, generosidad, perseverancia.

Una segunda lectura nos hace pensar en una vuelta a las «raíces», al estilo de vida de las primeras comunidades cristianas. Además, reafirma la tarea de renovación emprendida a partir del Concilio Vaticano II y, muy concretamente, la eclesiología de comunión, de Pueblo de Dios, destacando la igual dignidad por el Sacramento del Bautismo, responsables unos de otros y todos sujetos activos de evangelización.

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