La realidad en Isla Reunión sobre las nuevas tecnologías en la vida de los pobres

La realidad en Isla Reunión sobre las nuevas tecnologías en la vida de los pobres
En Isla Reunión, cuando miras la vida de la mayoría de sus habitantes, tienes la impresión de que las nuevas tecnologías han supuesto nuevos cambios, progresos, aperturas al exterior; todo ello, a altísima velocidad y con un menor coste según los medios.

Sin embargo, ¿se vive esta realidad de la misma manera por todos los habitantes, especialmente por los más pobres? ¿Cuáles son sus expectativas reales ante esta modernización impuesta? ¿Qué papel deben jugar los movimientos de acción católica para ayudar a los olvidados por la brecha digital?

Cuando se trata de nuevas tecnologías, no tienen elección, están condicionadas. Tienen que adaptarse, sin importar sus situaciones. ¿Realmente lo eligieron?


—Contenido del INFOR de junio 2022. Boletín Informativo del Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos (MMTC)

En realidad, la carrera por la modernización inconsciente atañe a todas las categorías sociales que se ven arrastradas por esta tendencia. Nos da la sensación de pertenecer a la sociedad: smartphone de última generación, televisión conectada, conexión de alta velocidad, conexión a las llamadas redes «sociales».

Los servicios ofrecidos al público en general por los gigantes mundiales de las nuevas tecnologías nos dan la ilusión de que la brecha digital ya no existe. Porque todos pueden acceder fácilmente a múltiples entornos, a menudo virtuales.

Por otra parte, hacer un acercamiento personal a las instituciones administrativas, educativas o incluso sociales para hacer valer nuestros derechos revela una brecha digital real, que va de la mano con la brecha social. Los excluidos, los ancianos aislados, los más pobres, son los primeros en vivir estas situaciones. Nos enfrentamos tanto a la exclusión como a la pobreza adicional.

Los más pobres sufren este estilo de vida, en detrimento de unas condiciones de vida dignas. De hecho, el presupuesto dedicado a equipos en nuevas tecnologías aumenta mientras que el poder adquisitivo se mantiene sin cambios. El endeudamiento, el sobreendeudamiento, el sobreconsumo digital, los finales de mes difíciles, la exclusión de las relaciones sociales reales… se están convirtiendo en algo habitual.

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¿La nueva tecnología está creando pobreza material y de corazón?

En su encíclica Frateli tutti, en el número 44, el papa Francisco nos recuerda que «al mismo tiempo que las personas preservan su aislamiento consumista y cómodo, eligen una vinculación constante y febril. Esto favorece la ebullición de formas insólitas de agresividad, de insultos, maltratos, descalificaciones, latigazos verbales hasta destrozar la figura del otro, en un desenfreno que no podría existir en el contacto cuerpo a cuerpo sin que termináramos destruyéndonos entre todos. La agresividad social encuentra en los dispositivos móviles y ordenadores un espacio de ampliación sin igual».

Nos guste o no, la nueva tecnología seguirá evolucionando.

Sin embargo, las distracciones virtuales no deben ocultar las verdaderas dificultades, los excluidos de nuestra sociedad. Por eso debemos, junto con otras asociaciones u organizaciones, alertar sobre el mal uso de las nuevas tecnologías, debemos provocar la reflexión, sensibilizar para animar a nuestros miembros a utilizarlas con sensatez.

Como movimientos de Acción Católica, también debemos permanecer despiertos en nuestra misión con los más necesitados de nuestro país, de nuestras regiones, de nuestros barrios. Los olvidados por el mundo digital esperan, sin pedir demasiado, un apoyo discreto pero concreto, para hacer valer sus derechos: derecho a una vivienda digna, derecho al trabajo, derecho a un salario digno, derecho a la educación.

Como Cristo, debemos hacer de los más pobres nuestra prioridad, siempre acercándonos físicamente a ellos.

 

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