Plegaria de la fraternidad

Plegaria de la fraternidad
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Tenemos que bendecirte, Señor, Padre Santo,
por medio de Jesucristo,
enviado al mundo para servir, para amar hasta el extremo
y proclamar entre los suyos el mandamiento nuevo del Amor.

Hemos descubierto en Cristo tu paternidad y maternidad para todos.
Tu solicitud con los más humildes,
a quienes aplastamos, consciente o inconscientemente
con nuestro poder, cultura, o dinero.

Te bendecimos porque nos llamas a tu amor.
Nuestra vida, tan oscura, tiene una luz;
nuestro dolor, un sentido;
nuestro esfuerzo, una esperanza.

Unidos a las ansias de amor, alegría y paz,
de todos los hombres y mujeres de buena voluntad,
proclamamos sin cesar un himno a tu gloria.
Te alabamos, Padre,
porque todo lo has hecho con generosidad.

Tú, Señor, eres amor, y por medio del Espíritu
derramas amor a todos los marginados,
a los desheredados, a nuestra hermandad.

Jesús, encarnado en el seno de María
compartió nuestra condición humana.
Anunció el reino a los pobres y oprimidos,
y a los desesperados les infundió esperanza.
Que el mismo Espíritu
que descendió en las entrañas de una mujer amante
y que llevó a Jesús hasta la cruz
descienda sobre nuestra fraternidad.

Te presentamos la ofrenda de nuestra plegaria.
Haz que nos amemos de verdad los aquí reunidos,
que nos aproximemos a quienes padecen
hambre y sed de justicia,
que nos sintamos hermanos
en la fraternidad de todos los hombres y mujeres.

Sostén nuestra entrega, congréganos en la unidad.
Que todos en la Iglesia ejerzamos con humildad
nuestro ministerio evangélico.

A los militantes fallecidos en el campo de honor del trabajo y de la lucha,
concédeles el lugar del consuelo, de la luz y de la paz.

Y a nosotros admítenos en la fraternidad de los santos
mientras esperamos la reunión amorosa de todos
en la fraternidad final.

***

Este verano viviremos especialmente la fraternidad, como la hemos vivido a lo largo del todo el año. Y la viviremos cuando regresemos a nuestra casa, cuando en el tiempo de descanso contemplemos el gozo de vivir como hermanas y hermanos, cuando como acción de gracias hagamos de la fraternidad nuestro modo y nuestro empeño, cuando quien puede reclamarnos fraternidad llegue a sentirse hermanado.

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La fraternidad se hace, se teje, y se ora. Tendiendo puentes y derribando muros, removiendo los obstáculos que dividen y separan. Practicando la acogida, la hospitalidad, la escucha. Recorriendo al modo samaritano los caminos de la vida, deteniéndonos ante quienes caen las cunetas, o son empujados y abandonados en ellas. El abrazo y la sonrisa son nuestra tarjeta de presentación. Los ojos abiertos, la tienda dispuesta a ensancharse, a hacer sitio, a hacer hogar. La mesa dispuesta para la comida fraterna.

Oración al Creador

Señor y Padre de la humanidad,
que creaste a todos los seres humanos con la misma dignidad,
infunde en nuestros corazones un espíritu fraternal.
Inspíranos un sueño de reencuentro, de diálogo, de justicia y de paz.

Impúlsanos a crear sociedades más sanas
y un mundo más digno,
sin hambre, sin pobreza, sin violencia, sin guerras.

Que nuestro corazón se abra
a todos los pueblos y naciones de la tierra,
para reconocer el bien y la belleza
que sembraste en cada uno,
para estrechar lazos de unidad, de proyectos comunes,
de esperanzas compartidas. Amén.

(Fratelli tutti)

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