La sinodalidad como proceso abierto e integrador

La sinodalidad como proceso abierto e integrador
Tras la conclusión de la XVI Asamblea General del Sínodo de los Obispos el 29 de octubre, conviene hacer un alto en el camino y vislumbrar la tarea que tiene pendiente todo el Pueblo de Dios hasta llegar al siguiente gran hito de este proceso en octubre de 2024.

El proceso sinodal impulsado por Francisco (2021-2024) con sus intervenciones, decisiones, escritos y gestos, ya antes de 2021, está ganando visibilidad. Muchos afirman que es el acontecimiento y el proceso eclesial más importante desde el Vaticano II. Para muchos cristianos que participamos en él es un tiempo de gracia, un kairós, no exento de dificultades y obstáculos.

Este sínodo ya ha aportado algunas importantes novedades, empezando porque tiene un carácter explícitamente eclesiológico, que profundiza en el Vaticano II, en la constitución Lumen gentium, sobre la naturaleza de la Iglesia como Pueblo de Dios.

No es un gran «evento» eclesial, sino, sobre todo, un «proceso» que parte del Pueblo de Dios y vuelve a él, con varias etapas: diocesana y nacional (octubre de 2021 a mayo de 2022), continental (febrero-marzo de 2023) y universal, con dos sesiones (octubre de 2023 y octubre de 2024).

Sus documentos previos y las diversas síntesis –diocesanas, nacionales, continentales, Instrumentum laboris, Carta al Pueblo de Dios y el Informe de la asamblea– están «vivos», como ejercicio de escucha.

Por primera vez, ha habido madres sinodales y participación de laicos y laicas, religiosos y religiosas, sacerdotes y diáconos. El número de participantes ha sido de 464, pero con derecho a voto 364. De ellos, el 25% eran no obispos y 54 eran mujeres religiosas y laicas.

El método de trabajo ha sido «la conversación en el Espíritu», como dinámica de discernimiento en una Iglesia sinodal mediante trabajo en pequeños grupo o círculos menores y plenarios o congregaciones generales, unas presididas por el Papa y otras por otros asistentes (una de ellas fue presidida por una mujer, una religiosa, por primera vez).

La Asamblea en Roma se ha celebrado en el contexto de las terribles guerras que asolan el mundo (Ucrania, conflicto palestino-israelí y otros), con una jornada de ayuno y oración por la paz.

Impulso de Francisco a la sinodalidad

El concepto de sinodalidad ya fue objeto de una reflexión específica en el importante discurso pronunciado por el papa Francisco el 17 de octubre de 2015, con motivo del 50º aniversario de institución del Sínodo de los Obispos por san Pablo VI. Allí se refirió a la sinodalidad como «dimensión constitutiva de la Iglesia». Por otro lado, Francisco encargó a la Comisión Teológica Internacional un estudio sobre la sinodalidad, publicado en marzo de 2018, en el que se formulaba la sinodalidad como «la específica forma de vivir y obrar de la Iglesia Pueblo de Dios que manifiesta y realiza en concreto su ser comunión en el caminar juntos, en el reunirse en asamblea y en el participar de todos sus miembros en su misión evangelizadora». Aquí están las tres prioridades para la Iglesia: comunión, misión y participación.

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La aprobación de la Constitución apostólica Episcopalis communio sobre el sínodo de los obispos (septiembre de 2018) también ha sido fundamental, en los números 6 y 7, se dice que «es el intento de una Iglesia más sinodal. Es decir, una Iglesia capaz de revisarse internamente para cambiar de ritmo, para cambiar su modo de caminar y que reconozca a los sujetos diversos que la interpelan hoy para poder caminar mucho más en sintonía con las mujeres y hombres de hoy, que son los sujetos de la redención».

Por primera vez, ha
habido madres sinodales
y participación de laicos y
laicas, religiosos y religiosas,
sacerdotes y diáconos

Sin embargo, la sinodalidad no es una novedad en la Iglesia. Hay teólogos que afirman que, a lo largo de la historia, la sinodalidad marca los mejores momentos de su eclesialidad: desde el Sínodo de Jerusalén (Hechos de los Apóstoles), los santos Padres y otros sínodos y concilios para dirimir cuestiones de fe, sobre todo en el primer milenio y hasta el Vaticano II. No sin tensiones, como ocurre también en la actualidad, pero como algo central que marca el caminar juntos de la Iglesia con Jesucristo, camino, verdad y vida.

Sin olvidar que hay realidades eclesiales que han funcionado de manera sinodal, total o parcialmente, como congregaciones y órdenes religiosas o la misma Acción Católica. En España, citaremos como precursor de algunos de estos aspectos sinodales, el congreso nacional de laicos de febrero de 2020.

Retos para el laicado

El actual proceso sinodal es un proceso de escucha y discernimiento.

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