El duelo tras un siniestro laboral

El duelo tras un siniestro laboral
Foto: sofatutor (Unsplash)
Para la Asociación de Víctimas de Accidentes y Enfermedades Laborales de Andalucía (AVAELA) la labor de acompañamiento a la víctima es sumamente importante. Acompañar significa acomodar el paso al suyo, escuchar –mucho más importante que hablar– respetar y, si hace falta, llorar junto a su llanto…

Solo desde ese lugar es posible ponerse en marcha en el largo camino de reconstrucción (en algunos casos integral) de la persona misma que está sufriendo la pérdida de la salud… o la de un ser querido.

En AVAELA tenemos el empeño de que las propias víctimas sean protagonistas de la lucha contra la siniestralidad laboral. El primer paso, sin duda, es sentir la cercanía de otras víctimas que ya están embarcadas en el trabajo de convertir el sufrimiento en rebeldía que transforma. Buscamos proporcionar herramientas para gestionar el tsunami vital de una pérdida tan grande como la que soportan estas personas.

Inma Sánchez, socia de AVAELA, perdió a su novio por un accidente laboral. Estaban a punto de casarse. «Cuando pierdes a un ser querido de una forma tan traumática como un accidente laboral, lo primero que tienes que hacer es ponerte en contacto con un profesional, porque ellos te van a ayudar a que entiendas muchas cosas, y a ver la vida de otra manera, y ellos están contigo en todo este proceso, por si te vienes abajo», cuenta.

«Siempre van a darte estas herramientas para que sigas adelante y superes este duelo. En mi caso, fue lo primero que hice y, la verdad, que me fue muy bien, gracias a la terapia mi duelo ha sido más llevadero, pero entiendo que hay personas que, por los motivos que sea, no pueden permitirse ir a terapia».

Malika Miguou, también socia de la asociación, sufrió la pérdida de su marido en un accidente in itinere. Es inmigrante y tuvo que enfrentarse a esta situación con la dificultad añadida de no vivir en su país. «Agradezco la voluntad de organizar espacios tan seguros, sanos y necesarios para muchas personas que necesitan expresar sus miedos», expone tras las Jornadas «La vida en clave de duelo», organizadas por AVAELA, exclusivamente dirigidas a víctimas y familiares de la siniestralidad laboral.

«Gracias a AVAELA mucha gente, como yo, se siente atendida, cuidada y, sobre todo, respetada. Gracias a sus actividades, he podido darme cuenta de que todos y todas tenemos preocupaciones y problemas que debemos afrontar y que, por desgracia, hay mucha gente pasándolo peor que yo», Malika Miguou.

El psicólogo clínico especializado en la gestión del duelo y hermano hospitalario de la orden de san Juan de Dios, Julián Sánchez Bravo, compartió una charla para promover un diálogo dinámico y participativo. Una corriente de empatía donde las personas presentes fueron poco a poco implicándose.

«A mí, personalmente, me encantó, nos dio herramientas para poder llevar mejor situaciones en la vida, en este caso el duelo, nos explicaba para que entendiéramos lo que estábamos pasando, la verdad que escucharlo me sirvió de mucho, porque ves las cosas de otra manera y puedes llegar a entender cosas que antes no entendías o no le veías sentido», comenta Inma que valoró como lo más importante «compartir con más gente mis sentimientos. Escuchar a otras personas cómo fue su duelo y cómo lo afrontaron, me sirvió de mucho el saber que, desgraciadamente, hay más gente pasando por lo mismo que tú y que han luchado y han seguido adelante, y todo esto te da fuerzas. Y el saber que puedes ayudar a gente que está en esta misma situación».

El primer paso es sentir
la cercanía de otras víctimas que
ya están embarcadas en el trabajo
de convertir el sufrimiento en rebeldía
que transforma

En AVAELA estamos satisfechos de cómo fue la jornada, pero sabemos que es insuficiente. Sería necesario establecer una serie de jornadas como esta que dieran lugar a una especie de grupo de autoayuda y formación en la gestión del duelo. ¿Seremos capaces? El tiempo lo dirá.

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Mientras tanto, nos quedamos con las sensaciones de personas como Malika, que sabe que «me invitan de este modo a ofrecer mi ayuda, a tratar de acercarme a situaciones complicadas y poder acompañar en momentos difíciles. La asociación cura y sana las heridas y estaré profundamente agradecida de poder formar parte de espacios como este, donde ya no solo te regalan su tiempo, sino también te ofrecen su amistad».

Como Inmaculada, que aquel día se quedó con «un buen sabor de boca». «Me he sentido querida, escuchada y, sobre todo, con el apoyo siempre de las personas que forman esta asociación, así que, gracias por esta jornada, yo he aprendido mucho y espero que pronto podamos disfrutar otra vez de ratos así».
Las jornadas han supuesto un momento de acompañamiento, pero no uno cualquiera, sino el que busca restaurar la dignidad de estas personas, golpeadas por la injusticia que supone que alguien haya puesto en peligro la salud (y la vida) de quien trabaja, incluso hasta perderla. Y todo esto solo por extraer el máximo beneficio de su fuerza de trabajo.

Malika e Inmaculada y muchas más lo tienen claro: hay que seguir trabajando. En AVAELA estamos de acuerdo. Seguimos en la tarea. Es dura, difícil y muy larga…, pero merece la pena. Por entre las curvas del camino, no paramos de recuperar personas. Algo que compensa todas las dificultades. Así que seguiremos caminando.

 

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