Tiende tu mano al pobre

Tiende tu mano al pobre

El próximo domingo 15 de noviembre, el papa Francisco, nos llama a celebrar la IV Jornada Mundial de los Pobres. Comienza su mensaje con la frase Tiende tu mano al pobre (cf. Si 7, 32) y como él afirma “Hoy resuenan con todo su significado para ayudarnos también a nosotros a poner nuestra mirada en lo esencial y a superar las barreras de la indiferencia. La pobreza siempre asume rostros diferentes, que requieren una atención especial en cada situación particular; en cada una de ellas podemos encontrar a Jesús, el Señor, que nos reveló estar presente en sus hermanos más débiles” (cf. Mt 25, 40).”

España ha escalado a la quinta posición de los países con más pobreza de la Unión Europea con un 20,7% de personas en riesgo, según los datos publicados por la oficina estadística europea, Eurostat. En el caso de los menores de 16 años, es el tercer país con más niños pobres de toda Europa por detrás de Rumanía y Bulgaria. En la situación actual de pandemia que vivimos han aumentado las carencias que ya se tenían con anterioridad; falta de recursos básicos de las familias, pérdida de empleo en muchos casos precarios, les hace muy difícil acceder a las ayudas del paro y de los ERTE. El ingreso mínimo vital no ha llegado a las familias que más lo necesitan o está llegando tarde. Como dijo el relator especial sobre la extrema pobreza y los derechos humanos de la ONU: “las familias en esta situación de gran debilidad han estado solas y sin acompañamiento“.

“Mantener la mirada hacia el pobre es difícil, pero muy necesario para dar a nuestra vida personal y social la dirección correcta.  El encuentro con una persona en condición de pobreza siempre nos provoca e interroga.  ¿Cómo podemos ayudar a eliminar o al menos aliviar su marginación y sufrimiento? La comunidad cristiana está llamada a involucrarse en esta experiencia de compartir, con la conciencia de que no le está permitido delegarla a otros. Y para apoyar a los pobres es fundamental vivir la pobreza evangélica en primera persona. La oración a Dios y la solidaridad con los pobres y los que sufren son inseparables.  Y la oración logra su propósito cuando va acompañada del servicio a los pobres.” (Papa Francisco).

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El empobrecimiento es una injusticia estructural de nuestra sociedad, consecuencia de la distribución injusta de los bienes, un problema radicalmente político. Construimos una sociedad a la altura de la dignidad del ser humano, en la medida en que la lucha contra la pobreza ocupa el centro de la acción política. Necesitamos políticas sociales y económicas que garanticen la dignidad de las personas, que luchan para combatir la pobreza, la exclusión social y las causas que provocan esta realidad «podemos hacer crecer una economía de desarrollo integral de los pobres y no de asistencialismo… y resolver los problemas que nos impulsan a hacer asistencia»

“..compartir con los pobres significa enriquecerse mutuamente. Y, si hay estructuras sociales enfermas que les impiden soñar por el futuro, tenemos que trabajar juntos para sanarlas, para cambiarlas.” (Papa Francisco, Audiencia General 19.08.20)

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