De cumbre en cumbre (no siempre ascendiendo)

De cumbre en cumbre (no siempre ascendiendo)
Foto | Malcolm Lightbody (unsplash)
Glasgow (Reino Unido) es la sede de la COP26 (oficialmente, Conferencia de las Partes), del 31 de octubre al 12 de noviembre. Es la Cumbre del Clima correspondiente a 2020, pero la pandemia obligó a aplazarla.

Estas conferencias, decididas en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en 1992, se vienen celebrando desde 1994, pero el primer acuerdo global legalmente vinculante –el Acuerdo de París– no llegó hasta la COP21, en 2015; consistente en limitar el calentamiento global por debajo de los 2°C, posteriormente cambiado por un algo más ambicioso 1,5ºC.

Esos son los acuerdos, pero no las políticas reales. A menos de dos semanas de la Cumbre, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y varias instituciones científicas publicaron un informe que revela que del dicho [-1,5ºC] al hecho de los planes de descarbonización de los Gobiernos hay un ancho trecho: globalmente produciremos en esta década un 110% de combustibles fósiles más de lo que permitiría conseguir mantener el compromiso de los 1,5º C. Recordemos que «globalmente» significa «suma total». La realidad es que, como repetidamente recordamos, las contribuciones, tanto de grupos humanos como de países, son escandalosamente desiguales. China, por ejemplo, es responsable –no toda su población por igual– del 27% de las emisiones mundiales (por cierto, su presidente no estará en Glasgow).

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