“La mayoría de las mujeres aguantamos la jornada a base de pastillas para el dolor”

“La mayoría de las mujeres aguantamos la jornada a base de pastillas para el dolor”
El derecho a la seguridad y la salud en el trabajo ha sido el tema abordado, el jueves 20 de abril, en una nueva edición de Trobades HOAC realizada en los salones de la parroquia del Cristo de la Vall d’Uixó.

A través de este encuentro hemos querido visibilizar y reflexionar sobre la dramática realidad que viven numerosas personas y familias a causa de las precarias condiciones de trabajo que atentan contra la salud y la vida.

En primer lugar, hemos podido escuchar algunos textos de víctimas de esta situación, familias que han perdido a sus hijos, familiares… También han tenido voz personas cuya salud está gravemente afectada por contextos laborales que enferman.

“No podemos permitir que sigan matando a nuestros hijos, a nuestros padres, a nuestros seres queridos…”. “En el almacén de naranjas mi jornada laboral es de más de 12 horas por lo que no puedes conciliar con la vida familiar con lo que supone psicológicamente”. “La mayoría de las mujeres aguantamos la jornada a base de pastillas para el dolor”, dijeron los testimonios durante el encuentro.

En este contexto la labor de los sindicatos es fundamental. Albert Fernández, secretario general de CCOO Comarques del Nord, ha compartido la realidad tan grave en la provincia de Castellón y las condiciones de trabajo de algunos sectores laborales, así como los retos que tenemos como sociedad.

La Organización Internacional del Trabajo señala la salud en el trabajo como un derecho fundamental y para ello las empresas deben organizar entornos laborales seguros y saludables.

Se trata de un problema estructural, ha indicado Fernández, en el que todos somos responsables: trabajadores, empresas y Administración. Además, es necesario continuar dando pasos en el cumplimiento efectivo de la normativa laboral, en una mayor formación en seguridad y salud laboral a trabajadores, caminar a que las empresas tengan su propio sistema de prevención de riesgos laborales y no subcontratar a empresas externas, dotar de mayores recursos a la Fiscalía de Trabajo, así como a la Inspección de Trabajo y el Instituto Valenciano de Salud y Seguridad en el Trabajo (INVASSAT).

También es necesario un mayor diálogo social sobre seguridad y salud en el trabajo, fomentando un cambio cultural sobre la importancia del cuidado de los trabajadores, donde la persona debe ser el centro.

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Silencio social

En su intervención, Guillem Juan, militante de la HOAC, ha hablado de la falta de respuesta social ante tantas muertes, lesiones y deterioro de la salud por la falta de seguridad y salud en el trabajo: “Tenemos un problema social al que cada uno se enfrenta como puede o sabe. Parece que estamos anestesiados socialmente. No hemos generado un “rugido social” de rechazo…, y si el problema no nos preocupa resulta muy complicado que pueda llegar a las agendas políticas. Trabajar por romper la indiferencia es fundamental”.

“Cuando la rentabilidad económica se pone por encima de los derechos y la dignidad de los trabajadores, se comete un grave atentado contra la vida y la dignidad de las personas” decían nuestros obispos hace unos años, en una nota, tras una Asamblea Plenaria.

La precarización en el empleo deteriora las condiciones de trabajo y ello pone en peligro la vida y la salud de las personas. Es posible y necesario un cambio en las relaciones laborales. Es necesario también un cambio de paradigma, promover una cultura del cuidado de trabajadores y trabajadoras, porque cuidar la vida y la salud de las personas en el trabajo han de ser siempre lo primero, no la rentabilidad a costa de lo que sea.

Como señala el papa Francisco “lamentablemente, se considera la seguridad en el trabajo como un costo, se está partiendo de una suposición incorrecta (…) la verdadera riqueza son las personas: sin ellas no hay comunidad de trabajo, no hay empresa, no hay economía”.

Asumir esa convicción, que la economía esté al servicio de la vida, y traducirla en políticas concretas –no solo en los parlamentos sino también en todos nuestros ámbitos de influencia y relación– es el gran reto social al que hemos de responder.

 

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