“De paso…”

“De paso…”

“Jesús pasó haciendo el bien”, nos dice Hechos 10, 38. Y esa es nuestra referencia primera en la vida: hacer el bien por donde vayamos. También el poeta nos recuerda que nuestra vida es “pasar por toda una vez, una vez solo y ligero, ligero, siempre ligero”. Es bueno que no se nos pegue el polvo en las suelas, dejar lo material a un lado para que el Espíritu pueda recorrer el camino. En la HOAC, cuando nos paramos es para ver la realidad en la que estamos presentes y donde queremos comprometernos; desde ella nos acercamos al mensaje de Jesús para juzgar, y así poder confrontar la fe con nuestra vida y decidirnos a dar pasos; actuar sobre esta realidad que tenemos que ayudar a transformar, haciendo el bien, junto a otros y otras.

En la comisión permanente también estamos de paso. Pero este paso, como todo lo que profundamente nos proponemos, deja huella en nuestra vida. Aquí las vivencias se suceden con rapidez y casi tienes la impresión de que vas detrás de ellas. Sin embargo, su riqueza la puedes contemplar al acabar el día, en la oración final que te permite ser consciente del regalo de este tiempo y te invita a ser generosa en la acción de gracias.

En este blog voy a intentar vivenciar este paso, como presidenta general y militante de la HOAC. Resumir en algunas líneas de texto lo que supone esta enorme experiencia personal y comunitaria… atreviéndome a compartir impresiones, sentires, reflexiones… en este tiempo de entrega a la Iglesia y al mundo del trabajo.

Y lo hago en este curso parece especialmente intenso –seguramente los otros también lo fueron, pero ahora no lo recordamos–. Con la puesta en marcha de la planificación aprobada tras la asamblea general y el cómo dinamizar todo esto; las relaciones con los equipos de otros movimientos presentes en el edificio que acoge nuestra sede; las reuniones de secretariado y consejos de Acción Católica Española (ACE) y sus dificultades, son parte de los esfuerzos por impulsar esta débil semilla. El empeño constante de la pastoral obrera para que sea “de toda la Iglesia“; la participación en actos, mesas redondas, encuentros…; nuestra dimensión internacional, los grupos de trabajo de formación y de publicaciones –un oasis–; los espacios para difundir el pensamiento de Rovirosa y Malagón; las relaciones con los sindicatos… todo este dinamismo es necesario para situar a la HOAC en el diálogo con la Iglesia y con el mundo. El calendario siempre está lleno.

Miras el trajín diario: Gema liada con las diócesis, cuentas, bancos, llamadas, balances…; Germán con la planificación de los cursillos, las tareas de formación; Pili con las redes sociales y la tarea de difusión de los contenidos de nuestros medios de comunicación y publicaciones; Marimar con los proyectos del Fondo de Solidaridad Internacional, el apoyo a la campaña y a los sectores, ambas animando la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente (ITD); y Jorge, con su entusiasmo habitual, pendiente de la gente, del orar en el mundo obrero, de las oraciones de los encuentros, ayudando a que la espiritualidad de sentido a la tarea… Cuando piensas en que dispones de un determinado tiempo libre, resulta que te faltan fechas para poder programar actividades.

Si hay que destacar algo, es la relación con los demás.

Con el equipo de militantes –los hermanos y hermanas de la comisión permanente–, aprendiendo a conocernos, respetarnos, querernos. Admiras su empeño y dedicación, no rendirse por el cansancio o por el “no sé cómo tengo que hacer esto…” El apoyo insustituible en todo de adjuntas y adjunto que son los pilares que ayudan a sostener todo esto. Al principio intentas no recurrir demasiado a su ayuda, no cargarlos con más tareas. Al final comprendes que lo mejor es hacerlo cuanto antes para no perder demasiado el tiempo. Valoras su enorme capacidad de trabajo, del que nunca se quejan por más tareas que les agregues, y su buen hacer que va dando alma a la planificación.

Con la alegría del encuentro con los hermanos y hermanas en las diócesis. Primero en su preparación: planificamos, contactamos enviamos guion, valoramos… Luego en la visita. Así conoces a militantes que has visto de lejos, con los que no has tenido contacto y compruebas la coherencia de sus vidas. Vas aprendiendo en qué consiste la comunión y cómo se vive la pobreza, humildad y sacrificio a pesar de los errores y las debilidades. Descubres cómo son fuerza, camino y esperanza en su diócesis, en sus ambientes, señal de una Iglesia crítica, viva y confiada.

Y  la prueba de fuego de la comisión general donde contrastar lo que somos y hacemos. Después del intenso quehacer diario, toca recibir a todos la militancia hoacista que componen la comisión general a la reunión prevista en fin de semana. Además de compartir los análisis y vivencias de sus diócesis, se acrecienta la conciencia de que la vida comunitaria la dinamizamos ahí. Es caminar juntas y juntos, sinodalmente, en comunión, en diálogo desde el acuerdo compartido, cuidando también las dificultades del desarrollo en las diócesis y, hacerlo, sobre todo, con la mirada puesta en esas diócesis pequeñas que resisten y testimonian, con todas, otra vida posible y buena noticia para el mundo obrero y del trabajo.

Reconozco que el Espíritu sopla para dar sentido a nuestras vidas militantes y ayudarnos a descubrir la radicalidad del compromiso en la misión porque, como dice Guillermo Rovirosa: “lo único interesante, verdaderamente interesante, que ofrece el máximo interés es trabajar y sacrificarse por el reino de Dios y su justicia. Todo lo demás no ofrece más interés que el de una añadidura”.

 

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