Desigualdad, protección social e industria de la confección

Desigualdad, protección social e industria de la confección

Efectos de la desigualdad

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) nos recuerda que la pandemia de la COVID-19 muestra con toda su crudeza los efectos de la enorme desigualdad que existe en nuestras sociedades. Subraya que, entre los trabajadores más vulnerables, los migrantes y los de la economía informal se ven particularmente afectados, tanto en la salud como en su economía.

En el mundo, 2.000 millones de trabajadores y trabajadoras (el 61% del total) trabajan en el sector informal. Tienen más posibilidades de estar expuestos a riesgos de salud al carecer de la protección más mínima. Además, muchas de estas personas viven en viviendas sin condiciones y, en algunos casos, carecen de suministro de agua. Ello pone más en peligro su salud, pero también reduce la eficacia de las medidas de prevención en el conjunto de la población. Muchos carecen de la cobertura de cualquier seguro de salud. Si enferman y logran ser atendidos, el elevado coste y la carencia de ingresos les exponen a una mayor pobreza.

Para muchos de los trabajadores de la economía informal, la reducción de las horas de trabajo o su pérdida significa la carencia total de ingresos, sin la posibilidad de percibir una prestación. Es una catástrofe.

Fracaso de la protección social

Según la OIT, los sistemas de protección social están fracasando estrepitosamente a la hora de salvaguardar la vida y los medios de subsistencia de las personas y familias más vulnerables. La actual situación lo pone aún más de manifiesto.

Casi el 40% de la población mundial no tiene seguro de salud ni acceso a sistemas de salud. Una gran mayoría de los trabajadores y trabajadoras carecen de la seguridad económica necesaria para acceder a licencias por enfermedad o hacer frente a una emergencia. Muchos se ven obligados a tener que elegir entre poner en peligro su salud o hacer frente a sus necesidades económicas. Solo uno de cada cinco desempleados en el mundo puede acceder a una prestación por desempleo. Casi el 55% de la población (unos 4.000 millones de personas) no se benefician de ninguna forma de protección social.

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Por eso, la OIT insiste una vez más en la necesidad de que los gobiernos inviertan lo necesario en sistemas de protección social universales, inclusivos y permanentes. Existe la riqueza y la capacidad suficiente para ello.

Crisis de la industria de la confección

La federación sindical internacional IndustriALL advierte que, a medida que los minoristas cierran sus tiendas en todo el mundo por la pandemia de la COVID-19, las fábricas de prendas de vestir paran su actividad y millones de trabajadores y trabajadoras se quedan sin empleo y carecen de una red de protección social.

En particular, denuncia que las marcas no solo están cancelando futuros pedidos sino que también se niegan a pagar los pedidos que encargaron y ya están fabricados. Esto provoca que las fábricas se queden los productos elaborados y tengan grandes dificultades para pagar los salarios.

Los sindicatos reclaman un diálogo urgente con las marcas, empresas y gobiernos para proteger a los trabajadores y hacer viable el futuro de esta industria, con tres momentos: el pago inmediato de los salarios por las prendas ya fabricadas, los salarios de los trabajadores durante el cierre de las fábricas, ayudas para después reiniciar la producción.

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