Juan Antonio Caballero: «Hay cierto miedo a que la ciudadanía participe»

Juan Antonio Caballero: «Hay cierto miedo a que la ciudadanía participe»
Desde que con 18 años se involucró en el movimiento vecinal del barrio valenciano de Belicalap no lo ha abandonado. Juan Antonio Caballero Defez compatibiliza la presidencia de la Confederación Estatal de Asociaciones Vecinales (CEAV) con la de la Comunidad Valenciana, sin percibir remuneración alguna.

¿Cómo es hoy la salud del movimiento vecinal?, ¿qué grado de implantación tiene en los barrios de las poblaciones de nuestro territorio?

Hemos pasado de una primera etapa donde había un fuerte componente político y urbanístico, al calor del surgimiento de las periferias de las grandes ciudades y el afán de desbordar el franquismo, a otra donde es más transversal, democrático y participativo, con un marcado carácter territorial. En la CEAV somos más de 100 federaciones comarcales y locales, que están en todas las autonomías, menos en el País Vasco, donde no hay una federación como tal. Incluso en la España vaciada, tenemos presencia en Teruel y Soria, por ejemplo. En total, somos más de 3.000 asociaciones vecinales. Esto no quiere decir que tengamos una organización muy potente. Somos aficionados, no hay liberados en general, aunque sí hay mucha coordinación y coincidencia.

¿Se ha notado una mayor implicación de la ciudadanía en el movimiento vecinal en tiempos de pandemia?

La participación suele ser bastante estable. Hay una gran debilidad en todo el tejido social, que notan todas las organizaciones. En tiempos de ultraliberalismo y de individualismo, cuesta mucho mantener movimientos con pocos intereses particulares y conseguir que la gente siga ligada a su asociación y acuda con constancia a las reuniones. Cuando hay un problema en algún sitio, enseguida se busca al presidente o presidenta de la asociación vecinal, pero la relación con las instituciones es irregular. De algún modo, se nos ningunea. Se apostó en su momento por otro tipo de organizaciones, como la de consumidores, que no existían en España pero sí en Europa. Se prefieren organizaciones sectoriales y especializadas, sean empresariales, sindicales o incluso, lobbies de intereses, incluso legítimos, y no se crean espacios para encauzar la perspectiva de la ciudadanía. A veces pienso que hay cierto miedo a que la ciudadanía se organice y participe. Somos muy independientes. La oposición nos presiona para que azucemos más y los que están en los Gobiernos nos buscan para que respaldemos sus políticas.

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