No digas que fue un accidente

No digas que fue un accidente

El martes pasado, como cualquier jornada laboral, Saúl Domínguez salió de casa para ir a trabajar. Le quedaban apenas dos días para cumplir 31 años. Pero no le alcanzó para disfrutarlos. Ese día ya no volvió a casa.

Saúl estaba haciendo labores de mantenimiento en una instalación de placas solares cuando cayó desde una altura de 9 metros y murió. Ocurrió en Torredonjimeno (Jaén).

Enterraron a Saúl en Rute y todos los periódicos, todas las radios, empezaron a hablar de un accidente laboral.

Pero no es verdad.

El diccionario define la palabra accidente como “suceso eventual”, es decir, fortuito, ocasional o esporádico. Un accidente ocurre de pronto y sin que se pueda evitar ni prevenir. Un accidente, por definición, es una situación irremediable. Pero nada de eso es lo que le ocurrió a Saúl.

Porque una caída en altura es el tipo de percance más fácil de prevenir en un puesto de trabajo, y por lo tanto es perfectamente evitable.

Porque este tipo de sucesos representan aproximadamente el 30% del total de los mal llamados accidentes laborales que ocurren en nuestro país. Es decir, lo de Saúl no fue algo puntual ni esporádico.

Porque si no formamos con seriedad en materia de prevención; si no trabajamos en la concienciación de toda persona que participe en el proceso productivo, se nos niega la capacidad de proteger nuestra salud en el trabajo.

Porque no invertir en prevención es poner en peligro el activo que más debe importarnos en la empresa: las personas que trabajan para ella.

En este mes de enero ya hemos sufrido seis muertes laborales en toda Andalucía. El primer cordobés que hemos perdido este año es Saúl. Descanse en paz. Pero no digas que ha sido por un accidente porque esto es cualquier cosa menos eso.

 

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